Desde hace muchos años, mi vida ha estado dedicada a la psicoterapia. He trabajado en distintos ámbitos: en la empresa privada con colectivos en riesgo de exclusión social, en la administración pública brindando apoyo a la ciudadanía, y en mi propia consulta, acompañando a quienes han decidido emprender su propio camino de autoconocimiento y bienestar. Cada experiencia ha sido única, cada historia de vida, un universo interior distinto, y de cada persona he aprendido algo valioso, no solo como profesional, sino también como persona.
Hoy quiero hacer una pausa para expresar mi gratitud. Porque si bien he estudiado y me he formado durante años, ha sido en el encuentro con cada paciente donde realmente he comprendido el significado de la escucha, la empatía y la transformación. Mis pacientes han sido mis maestros. Me han mostrado con valentía sus miedos y anhelos, y al hacerlo, también me han permitido reconocer los míos. En sus palabras, he visto reflejados mis propios patrones; en sus silencios, he encontrado espacio para mis propias reflexiones. Y en cada proceso terapéutico, he sentido el profundo privilegio de ser testigo del crecimiento humano. Sin duda, existe una gran sabiduría en las profundas reflexiones de las personas que acompaño, que las recibo como regalos directos a mi mente y mi corazón, que han ido contribuyendo todos estos años a mi crecimiento personal y profesional.
La psicoterapia no es un camino unidireccional. No se trata solo de ofrecer herramientas o de proporcionar un espacio seguro para la exploración emocional. Es, ante todo, un encuentro genuino entre dos personas: una que busca comprenderse mejor y otra que, desde su experiencia y formación, acompaña ese proceso. Pero lo hermoso es que, en ese acompañamiento, yo también me transformo. La psicología me ha dado un propósito, pero han sido mis pacientes quienes le han dado sentido. Y por este motivo, como psicóloga, cada vez soy menos ortodoxa, exponiendo en las sesiones, la Sara genuina que soy, sentada en el sofá o detrás de la pantalla. Relacionándome como una persona que habla con otra persona, aplicando técnicas valiosas, pero sobre todo mucha humanidad, o eso intento cada día.
Quiero que este artículo sirva para acercarme un poco más a quienes han confiado en mí. Porque más allá de la figura de la terapeuta, también soy una persona que sigue aprendiendo, evolucionando y buscando su propio equilibrio. Y es precisamente eso lo que me motiva a seguir: el deseo de continuar creciendo, de seguir ofreciendo lo mejor de mí en cada sesión, con la misma pasión y compromiso con los que comencé.
Gracias a cada uno de vosotros/as por permitirme ser parte de vuestra historia. Gracias por vuestra confianza, por vuestra valentía y por recordarme, día a día, la importancia de este bellísimo trabajo. Mi camino en la psicoterapia continúa, con el mismo deseo de seguir aprendiendo y de seguir acompañando. Porque al final del día, todos estamos en este viaje de autoconocimiento, y qué regalo es poder recorrerlo juntos.
Comentario
Eva María
Sara me ayudado en varios momentos difíciles y complicados de mi vida, dándome apoyo, confianza y pautas, técnicas para poder transformar mi vida.
Es una grandísima profesional, además de un gran ser humano dispuesta ayudar con la sabiduría y el conocimiento de su alma.
Gracias.
Besos
SaraRivas
Muchas gracias a ti, por todo el esfuerzo y la entrega que te caracteriza. Tú también me has enseñado muchísimo a través de tu apertura y sabiduría única.
Mar
Me encantan tus palabras, soy muy afortunada por trabajar contigo, continúa preciosa
SaraRivas
Muchas gracias bonita. Sabes que tú eres una de esas personas de más que no dejo de aprender, tanto personal como profesionalmente.
Maica
Muchas gracias de corazón a ti Sara! Encontrar a una profesional y persona como tú en la vida, es una suerte. Cuando más perdida estaba, me ayudaste como nadie a reconducir mi vida, en muchos aspectos, pero sobretodo, a poder atar cabos sueltos que no comprendía ni sabía gestionar, y a sanar. Un abrazo y un beset molt fort desde València
SaraRivas
Muchísimas gracias por este comentario tan bonito. Fue un privilegio acompañarte en tu proceso y ser testigo de tu constancia, sensibilidad y humanidad. Fue un auténtico regalo acompañarte a cada paso que diste, cada reflexión profunda y cada aprendizaje que compartiste conmigo. Te llevo con mucho cariño. Un abrazo enorme y ¡Un beset molt fort!