En un artículo anterior hablábamos sobre cómo elaborar el duelo. Hoy me gustaría profundizar en este tema, hablando de cómo acompañar a un doliente. Es decir, conocer la manera más efectiva y menos invasiva de ayudar a una persona que está pasando por una pérdida.
En numerosas ocasiones nos llenamos de impotencia cuando alguien sufre a nuestro alrededor y no sabemos cómo ayudarle. Parece como si a veces nuestras palabras parecieran empeorar la situación, y vemos como la persona se va aislando.
Aunque cada persona vive el duelo de una manera diferente, y no existe la fórmula mágica, si podemos aprender unas pautas sencillas que van a ayudarnos en estos momentos de dolor y sufrimiento.
-
Cambiar de tema cuando se está hablando de lo acontecido o del fallecido.
-
Evitar frases hechas: “el tiempo todo lo cura” “podría haber sido peor”, etc.
-
Temer mostrar los propios sentimientos cuando nos emocionemos.
-
A veces es mejor una caricia, un abrazo o un silencio de acompañamiento, que cualquier palabra.
-
Si le sugieres algo, luego preguntar su opinión: “¿A ti que te parece?”.
-
Invitarle a que exprese lo que siente. Y por muy descabellado que parezca, acogerlo con amor, comprensión y aceptación.
-
Preguntar en lo que puedes ayudar: recados, con los hijos, con la comida, etc.
Cuando las personas no se sienten atendidas o bien acompañadas tienden al aislamiento, actitud que puede complicar el duelo. Siempre es mejor llorar en compañía que en soledad, pero en nuestra sociedad hemos aprendido a ocultar y bloquear las emociones en lugar de mostrarlas y gestionarlas en comunidad. Por este motivo es importante que el acompañante haga sentir al doliente que todo lo que siente y hace es aceptado y bien recibido.