¿Puede haber un yo en un nosotros?

Me planteaba esta pregunta en relación al universo de la pareja. Pero mientras iba madurando la idea, me venía también la distinción entre lo individual y lo colectivo. ¿Por qué el sentido de libertad se pierde o difumina cuando nos salimos de lo puramente individual? ¿Dónde quedo yo cuando me inserto en un nosotros? ¿Y quién sería yo si no existiera un nosotros?

La creación de la identidad, tiene mucho que ver con cómo ésta se construye mediante la interacción con los demás. Es decir, mediante la comparación y el reconocimiento del otro u otra, voy tomando conciencia de mí mismo/a.

Volviendo al mundo de la pareja, podemos observar los cambios ocurridos desde el modelo de pareja de nuestros abuelos al modelo actual. Antes primaba el nosotros en beneficio de la estructura familiar y los hijos. Actualmente se ha vuelto muy importante tener y mantener un espacio individual de ocio y desarrollo personal. No queremos “perdernos” dentro de nuestra familia y nos sentimos orgullosos al aseverar que no mantenemos una relación de dependencia con nuestra pareja. Pero a la vez necesitamos vivir una relación de pareja del tipo “¡No puedo vivir sin ti! Para sentirnos vivos. Dulce contradicción…

Pero vayamos a lo importante: ¿Cómo sentir que no pierdo mi individualidad cuando mantengo una relación de pareja? Lo primero es el reconocimiento de la individualidad e idiosincrasia del otro. Valorar cómo las cualidades e historia personal de cada uno está contribuyendo y alimentando la relación. Hay una frase del psicólogo Joan Garriga que dice “sin ti también me iría bien, pero me alegra el corazón que sea contigo y que estemos juntos”. Esto quiere decir que no necesitamos a nadie en concreto para ser plenos en la vida, pero eso no implica que disfrutemos de una gran dicha al lado de alguien.

Algunas claves importantes para poder sentirme yo mismo/a dentro de mi relación y también dentro de mi comunidad son:

  • Valorar a nuestra pareja y personas de mi comunidad del mismo modo que queremos ser valorados y valorarnos a nosotros mismos sin esperar refuerzo externo.

  • Crear, mantener y participar de un proyecto en común que nos ilusione.

  • Lograr un equilibrio entre el dar y el recibir sin pretender que nuestra pareja o comunidad llene los espacios que nuestras heridas han dejado.

A veces es más importante mi disposición e imagen interna a cómo hacemos las cosas. Si estamos bien colocados dentro de nuestros sistemas de pertenencia, ocupando el lugar que nos corresponde, mi idea del YO, en vez de empequeñecerse, puede hacerse más grande y satisfactoria.

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